Por Manuel Fernández (@Mfer_89, desde Chelsea Proving Grounds, Michigan)
Cuando la Pacifica se dejó ver a un selecto grupo de periodistas mexicanos a finales de 2015, justo antes de su debut en el Salón de Detroit, la descripción más fácil que surgió fue aquella de que “inflaron” el 200, lo que en términos de diseño no parece muy lejano de la realidad.
Lo cierto es que además de adoptar muchos de los rasgos externos e internos de aquel sedán mediano, Chrysler quiso darle otro enfoque a la conservadora imagen de su ya envejecida minivan, uno de sus íconos más tradicionales y uno de sus pilares por el simple hecho de que fueron los pioneros de este concepto ahora en decadencia, con cada vez menos rivales en la forma de las muy fuertes Toyota Sienna y Honda Odyssey (y la Kia Sedona).
Tal es la intención de querer reinventar la minivan con la Pacifica que hasta reutilizaron el nombre de una crossover que vendieron años atrás en las épocas de DaimlerChrysler. Adiós a la Town & Country. Y el hecho de dar ese vuelco también involucra al desarrollo del producto como tal, lo que hemos podido notar en nuestros primeros kilómetros a bordo de esta importante novedad para el grupo FCA.
Lo primero es el interior: al menos en la vertiente Limited que se pudo conocer y que, por cierto, será la que arribe a México inicialmente, se quiso dar un ambiente cercano a lo premium, con vestiduras en piel que no se perciben demasiado sintéticas, materiales con texturas mejor resueltas al tacto, una decoración que delata una cabina a la que se le puso más cuidado, abundante equipamiento de comodidad y soluciones propias de una minivan, lo que empieza desde la evolución del sistema de asientos plegables Stow ‘n Go, la útil consola central delantera llena de portaobjetos o la aspiradora integrada, esto último también presente en una de las principales competidoras.
Es el manejo el aspecto que refleja mayores cambios: la Pacifica no quiere ser una minivan, o no una en el sentido más americano. Su marcha es más rígida y comunicativa del estado del asfalto contra la T&C, su balanceo entre curvas es menor e incluso su dirección gana en precisión con una asistencia menos delicada al apuntar. Influye un trabajo de suspensión optimizado y una masa 150 kilos inferior, factor para que el ya bien trabajado V6 3.6 Pentastar, ese que roza la barrera de los 290 caballos, trabaje a plenitud y exhiba su excelente respuesta en especial a altos regímenes de giro, con un sonido casi emocional y un correcto acople a la caja automática de nueve velocidades, cuyo funcionamiento es de los más suaves en comparación a otros FCA con la misma transmisión que hemos conducido en numerosas ocasiones.
Los planes para México son mantener el mayor tiempo posible a la vigente generación de la Town & Country, que empezará a llegar como Dodge Caravan (su gemela), mientras que la Pacifica cubrirá un rango de precios superior y fungirá como un producto de nicho y de imagen.