Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).
Con dos años y medio a la venta, la actual generación del Ford Mustang, la que perdió la suspensión trasera de eje vivo, recibe su primera revisión mayor, con el fin de mantenerse vigente en un mercado que está cambiando rápidamente sus gustos hacia vehículos de corte más familiar. En los Estados Unidos, su principal mercado, si bien aún desplazó más de 105 mil unidades el año pasado y conserva el primer lugar de su segmento, esto significa una caída del 13.4% contra el 2015, por lo que una revisión se hace necesaria.
Lo primero que destaca es el diseño, donde, si bien la parrilla conserva su forma general (aunque al menos en la variante GT recibe dos barras diagonales en el interior), se ubica más abajo y todos los elementos que la rodean reciben nuevas formas o bordes más remarcados, con una expresión bastante más agresiva de parte de los faros y de la toma de aire inferior que parecen querer olvidarse de las líneas del Fusion a como dé lugar. Por detrás, si bien las cosas son menos dramáticas, también cambian calaveras full-LED (ahora rodeadas de una placa negra) y fascia.
En las entrañas, el cambio más importante es que el motor V6 de 300 HP ha pasado por la guillotina y no se ofrecerá más. El cuatro cilindros Ecoboost sólo recibe una función en la transmisión que ofrece un pico superior de par por breves segundos, mientras que el V8 aumenta la compresión y el número de inyectores.
Al parecer, nada de esto incrementará la potencia en sí (Ford se reserva los números definitivos de momento), aunque sí deberá de mejorar la entrega, pues la marca promete que el Mustang será más veloz, aunque buena parte de la culpa recaerá en la nueva transmisión automática, que si se lo están preguntando, efectivamente, es la misma de diez relaciones codesarrollada con General Motors y que se ofrece en el Chevrolet Camaro; la globalización ataca de nuevo.
Hay, además, tres nuevos colores disponibles, derivados de la paleta del año-modelo 67, su principal inspiración estética: Royal carmesí, azul Kona y naranja Fury, además de diez nuevos estilos de rines. El interior no recibe muchos cambios en cuanto a las formas, pero muchas áreas que entran en contacto directo con el conductor han recibido superficies acolchadas que deberán mejorar la sensación de calidad. El botón de arranque ahora es de aluminio.
Junto con una nueva pantalla LCD de 12 pulgadas en el tablero, también está disponible el sistema MyMode, que almacena las preferencias individuales del conductor en cuanto al ajuste de suspensión, dirección y hasta la válvula de escape, para no tener que programarlos de nuevo. Se presenta la aplicación FordPass, que permite encender, bloquear y desbloquear el auto desde un Smartphone. Mejoras en la suspensión, barras estabilizadoras revisadas y nuevos sistemas de seguridad como frenado automático con detección de peatones, asistente para mantenimiento de carril y alerta de tráfico cruzado completan el paquete.
Más datos se revelarán antes que el Ford Mustang 2018 llegue a las calles, lo que se dará en el último trimestre del año.