Por Ernesto Roy Ocotla
El panorama en el cual se da el arribo de la nueva Tucson 2016 es más que favorable. Se estima que para el fin del año, la venta de SUVs a nivel global se cierre con una cifra cercana a los 18 millones de unidades, lo que representa un 3.3% de crecimiento del segmento.
Con estas cifras, la incursión del nuevo modelo por parte de la coreana luce necesario en un mercado que continúa expandiendo sus posibilidades. Ahora, con esta tercera generación encontramos un producto muy distinto a lo que recordamos de la ix35. Sí, por la ganancia de espacio en el interior gracias a algunos centímetros en las dimensiones, pero también por un habitáculo mejor logrado para las necesidades de los clientes del segmento.
Si bien el juicio de la apariencia exterior queda a gusto personal, la evolución estética creemos que le va bien; se nota una camioneta más robusta.
El interior resultó cómodo en la ruta dispuesta para esta introducción. En el puesto del conductor encontramos correcta visibilidad en todas direcciones, asientos en piel con ajuste eléctrico (las versiones que manejamos eran en su mayoría Limited) y espacios de conveniencia suficientes para el día a día. Como acompañantes, pudimos experimentar un poco con el sistema de navegación, conectividad e infotenimiento de fácil operación; ninguna complicación en estos apartados.
Encontramos una dirección blanda que trabaja con suficiente rapidez para apoyar en la maniobrabilidad en lugares justos, el radio de giro ayuda para este tipo de movimientos; sin embargo, en carretera se antoja un ajuste más firme para controlar con mayor certeza el conjunto.
Los frenos de disco ventilados en la parte de adelante y sólidos en la parte de atrás ofrecen un mordiente preciso y dosificable mediante un pedal que no cuenta con un recorrido prolongado, es más bien fácil adaptarse al tacto; y al menos en esta primera experiencia al volante, no aparecieron señales de fatiga.
Uno de los apartados en los que se puso mayor enfoque fue en la suspensión, con una geometría replanteada para ofrecer mejor calidad de marcha en terrenos difíciles y controlar el balanceo de las masas. Si bien la ruta que dispusimos fue mayormente enfocada a disfrutar la comodidad de la marcha, los pequeños tramos de exigencia permitieron percibir un conjunto retribuyente.
En cuanto a motricidad nos encontramos con un solo esquema de funcionamiento. Es decir, un cuatro cilindros de dos litros de comportamiento elástico (al menos a la altura de Veracruz). Si bien la cota de potencia se ubica en 155 caballos, éstos son suficientes para desplazarnos a ritmos agradables. A ritmos fuera de su enfoque podría sentirse falto de poder, cuestión que no debemos calificar sin antes ver el perfil del cliente al que se dirige.
El equipo para el de cuatro tiempos es una caja automática de seis cambios, con una relación entre marchas mayormente enfocada al ahorro de combustible. En modo manual encontramos una pronta respuesta a las transiciones; se trata de una caja muy bien calibrada en su funcionamiento.
Estamos a la espera de probarla a fondo, donde ya con equipo de medición veremos cómo se desempeña en la altitud de la Ciudad de México. Por lo pronto, a nivel del mar encontramos un paquete lleno de detalles que dejan un buen sabor de boca.