Por Gilberto Samperio Fotos: Carlos Quevedo (CQ)
Ya en su tercera generación, la casa coreana unifica el nombre Tucson a nivel global. Si bien en nuestro país es una firma joven, en otros mercados Hyundai goza de una buena reputación, como es el caso del vecino del norte.
Por fuera, las líneas acusan una mayor agresividad, intención que los afilados grupos ópticos frontales y finales confirman, con un aire dramático que le concede ese aspecto bravío tan anhelado en los clientes tipo de esta clase de vehículos. Sorprende un tanto la enorme parrilla, cuya silueta hexagonal disarmónica expele aires premium.
Respecto al interior, las calidades y materiales corroboran un paso adelante respecto a la ix35. Se percibe buena manufactura y mejor armado. El tablero demuestra un diseño armonioso; tanto la palanca como los mandos resultan fáciles de memorizar y la consola central observa muy buena capacidad de almacenamiento.
La obligada posición alta de la primera fila facilita el dominio visual de la Tucson. Mientras, el mullido de los asientos califica en lo general como aceptable, aunque la banca nos cansó antes de lo esperado. La segunda fila presume buen espacio para piernas y la versatilidad de los respaldos abatibles se combina con una cajuela casi plana y algunos huecos para objeto menores. Sorprende que exista una rueda de refacción completa, rin de aluminio incluido.
Para su movilidad, la nueva Hyundai recurre a dos litros que no brilla por su energía. Una fracción de esta responsabilidad queda en manos de una transmisión automática de seis escalones un tanto largos, que busca economía de combustible antes que presumir talante proactivo.
Si aplicamos el modo Sport, la caja procura ritmos del propulsor por arriba de las 2,500 rpm, desafortunadamente no existe suficiente brío para que logremos una conducción más expedita. La dirección posee buena retroalimentación y ayuda a insertar con más agilidad que precisión la nariz de esta SUV, siempre de manera grata. Lo mejor, es que el subviraje califica de discreto, el control de estabilidad actúa de modo muy sutil. Si rodamos en autopistas, la marcha puede definirse de cómoda hasta los 120 km/h.
Otro punto de revisión es el gasto de combustible, en ciudad, la mayor masa condiciona a una mayor demanda del acelerador, lo cual nos generó una media de 9.4 km/l. Regular. A descargo, los frenos; su tacto enmascara más de lo deseado el mordiente de las balatas, pero las cifras del 100 a 0 km/h sobre los 40 metros corroboran un gran aporte de seguridad dinámica. Notable.
Con una etiqueta estimada sobre los 400,000 pesos, esta nueva SUV de Hyundai parece una alternativa atractiva a ojos de conductores de modales suaves. Sus rivales despliegan no sólo un excelente historial comercial, sino calidades de igual pretensión y dinamismo mejor en lo general. Habrá que esperar una versión más potente para saber si Hyundai desea realmente figurar en el segmento, uno de los más competidos por todas las marcas.
Unidad probada
405,900 pesos (a fecha de la prueba)
NOS GUSTA
– Estampa agresiva
– Calidad de armado
– Seguridad dinámica
NOS GUSTARÍA
– Motor más enérgico
– Caja más corta
– Mejor insonorización
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: L4, 2.0 l
Potencia máxima: 164 hp a 6,200 rpm
Par máximo: 204 Nm a 4,000 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, seis velocidades
Tracción: Delantera
DIMENSIONES
Largo x ancho x alto: 447 x 185 x 164 cm
Distancia entre ejes: 267 cm
Cajuela: 440 litros
Tanque de combustible: 62 litros
Peso vacío: 1,610 kg
PRUEBAS AUTOMÓVIL(a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 19.65 s
Rebase 80 a 120 km/h: 10.77 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 39.1 m
Consumo medio: 10.8 km/l