Uno de los coches modificados más complejos, elaborados y estilizados de la última década, con más de 20 premios en su haber, busca nuevo dueño.
Por Edmundo Cano
En el ambiente de los hot rods y los coches custom de alto nivel, hay dos premios que los talleres constructores y los especialistas buscan ganar año con año, porque el lograrlo es una carta de presentación prácticamente insuperable, pues significa que el trabajo de tu equipo y los productos que usas son, simplemente, lo mejor que existe.
El primero es el ‘Roadster Más Bello de América’, otorgado en el ‘Grand National Roadster Show’, una exhibición que se hace año con año; este galardón, sin embargo, solo se otorga a coches abiertos fabricados hasta 1937, por lo que los autos que aspiran a ganarlo son bastante especializados.
El otro premio, sin embargo, es más inclusivo. El Riddler Award se otorga a cualquier coche modificado que se registre para contender por él en el Autorama de Detoit, otra exhibición anual; el único requisito para hacerlo es que el coche tenga su debut al público en el evento.

Imaginación
En 2018, el ganador del Riddler Award fue este Chevrolet 210 1957 llamado ‘Imagine’, uno de los coches modificados más complejos de la última década, que luego de ganar el Riddler, arrasó con el circuito de ‘car shows’ de Estados Unidos y Canadá, llevándose a casa más de 20 premios, muchas veces el ‘Best of Show’ y dos o tres más en cada evento al que asistía.
Ahora, ‘Imagine’, busca nuevo hogar, pues será subastado al mejor postor por Worldwide Auctioneers. La casa de subastas no ha dado una estimación de cuánto piensa que el ’57 podría recaudar, pero el costo de su construcción fue de más de 2 millones de dólares. ¿Qué cómo es posible que un coche modificado haya costado tanto en ser creado? Bueno, aquí sus detalles.
Artesanal
Imagine comenzó como un Chevrolet 210 hardtop 1957, un escalón por encima del modelo base –el más bajo no era hardtop, tenía poste B- que sufrió una transformación extremadamente radical. El diseñador Jason Rushforth se encargó de los múltiples bocetos que llevaron a su diseño final, mucho antes de que el equipo del taller Johnny’s Auto Trim & Rod Shop en Alamosa, Colorado, comenzara a cortar el Chevy ’57 de Greg y Judy Hrehovcsik, los dueños de Imagine, quienes quisieron hacer realidad su visión de un ’57 perfecto.
Todos los ‘trucos’ del ambiente de la customización automotriz fueron aplicados en él: el toldo fue ‘choppeado’ (o sea, rebajar su altura) 3 pulgadas y fue totalmente reestilizado, con los postes tanto delanteros como traseros más inclinados para darle un aspecto más moderno. El parabrisas y medallón, hechos exclusivamente para este coche, fueron instalados ‘sumiéndolos’ en la carrocería. Las molduras de las ventanas y cristales fueron creadas a mano.
Del toldo hacia abajo, alrededor del 10% del Chevy ‘57 original sobrevive. La carrocería fue seccionada en forma de cuña (esto es, retirar metal a lo largo de la carrocería, para reducir su altura) una pulgada atrás y tres pulgadas al frente. Las defensas fueron creadas a mano, de láminas de metal (solamente piensen en eso un momento, e imaginen el trabajo que llevó esa sola parte del proyecto), las salpicaderas fueron recontorneadas, las aperturas de los faros fueron rediseñadas con biceles hechos a mano, y las aperturas del cofre fueron recreadas para usarse como tomas de aire. Las calaveras también fueron hechas a mano, con todo y micas.

Por abajo, al mismo nivel
Mientras la carrocería sufría las más de 200 alteraciones que transformarían a Imagine en un coche único, su chasis también tomaba forma, algo necesario ya que la carrocería estaría ‘canaleada’ sobre el chasis (esto es, que el chasis entra en el espacio interior de la carrocería para bajar visualmente el auto), por lo que era necesario desarrollarlos juntos.
La base tubular aloja suspensiones también fabricadas desde cero para este auto. Literalmente no hay una sola pieza ‘de aparador’ en el chasis, porque incluso los amortiguadores fueron fabricados exprofeso para Imagine. Y no, no tiene suspensión de aire, como se acostumbra en algunos proyectos de este estilo, el ’57 es estático, cortesía de coil-overs ajustables con geometría propia, en un esquema multi-link diseñado por Bob Trash.

Bob Trash también nos platicó (sí, podemos presumir de conocerlo) que el tratamiento de color del coche estaba planeado inicialmente a dos tonos, pero una vez que los Hrehovcsik vieron la carrocería modificada totalmente terminada en metal desnudo, se enamoraron del look y decidieron cambiarlo por el color plata PPG que cubre a Imagine. El toque final son los rines de aluminio billet de 19” y 21”, maquinados especialmente para este coche –más o menos $8,000 dólares cada uno- que están diseñados para asemejar a los tapones originales del ’57.
Escultura brutal
Bajo el cofre rasurado, seccionado y modificado de formas que tomarían toda esta nota solo describirlo, Imagine esconde una bomba atómica en forma de V8, un Chevrolet ‘big block’ armado por el especialista Nelson Racing Engines, que recibió un cigüeñal stroker y otros componentes que lo llevan hasta 555 pulgadas cúbicas, o 8.4 litros en lenguaje ‘normal’.
Gracias a los turbocompresores gemelos ‘de espejo’ ´patentados por Nelson (esto es, que los turbos están hechos para tener las entradas y salidas del impeller en lados contrarios, a diferencia de los turbos convencionales que los llevan todos del mismo lado, lo que crea sistemas de turbo ‘disparejos’ estéticamente, pues la tubería apunta toda hacia el mismo lado. Los turbos de Nelson Racing permiten una bahía del motor perfectamente simétrica), 1,000 hp en gasolina de bomba común y corriente no son problema alguno; con combustible de competencia, el 555 es capaz de producir 1,800 hp. La transmisión es una Turbo 400 automática de GM reforzada, con relaciones 4:111 en el diferencial.
Como el resto del coche, el interior fue total, completa y absolutamente fabricado a mano. No hay un solo componente que haya sido comprado de alguna compañía, todo fue fabricado desde cero para Imagine. El habitáculo toma inspiración estética de la cabina original del ’57, pero trae el diseño al siglo XXI con los mejores materiales y la atención al detalle más enfermiza que se puedan imaginar. La cajuela comparte el mismo nivel de acabados que la cabina.

Nueva vida
Imagine cumplió su cometido, ganó el Riddler, y le ha dado a los Hrehovcsik bastantes satisfacciones al momento de exhibirlo. Ahora, con su nuevo dueño, tal vez este ’57, uno de los coches custom más complejos y elaborados del mundo, tenga una nueva vida lejos del glamour de los car shows, y estire un poco las piernas. Después de todo, aunque sea una auténtica escultura con ruedas sigue siendo un coche. Y los coches tienen que manejarse.