El último muscle-car nacional de Chrysler, y heredero de las glorias del Dart GTS y los Super Bee nacionales, fue el Dodge Magnum, que combinaba un potente V8 con una atmósfera de lujo y sofisticación que, en nuestro mercado, era única.
Por Edmundo Cano
Mopar siempre se ha distinguido por ofrecer coches de alto rendimiento en nuestro país, aunque no siempre estén al nivel de lo que ofrece en otros mercados. En los años 60, el estandarte lo portaban el Barracuda y el Dart GTS; a partir de 1970, la estafeta pasó al paquete Super Bee, disponible en el Valiant Duster, y más adelante en el Volare. A la entrada de los años 80, el portador fue un coche mucho más exclusivo, pues solo fue ofrecido por dos años, el Dodge Magnum.
El Magnum fue el último ‘muscle-car’ nacional de Mopar antes de la revolución de tracción delantera de los 80, que trajo consigo sus propios modelos de alto rendimiento. Aunque tal vez llamarlo ‘muscle-car’ sea ir demasiado lejos, pues a diferencia de sus más deportivos y atrevidos antecesores, el Magnum era más bien un sutil coupe personal de lujo en esteroides.
Músculo sutil
Su base era un Dart de plataforma M, que sustituyó al Volare. Si bien el estilo del auto era diferente, el chasis era prácticamente idéntico. Su estilo anguloso y recatado escondía, sin embargo, a un monstruo que, en esos años, era simplemente inalcanzable para la poca competencia que tenía en el mismo segmento.
Bajo su cofre vivía un motor V8 de 360 pulgadas cúbicas, o 5.9 litros como rezaban sus anagramas, con una potencia oficial de 210 hp y 290 lb/pie de torque, aunque es prácticamente de conocimiento general que ese número era mucho más bajo de lo que realmente entregaba. Mucho se habla de que los Magnum tenían 300 hp, pero ese número es, en contraste, demasiado optimista. Sin embargo, los 250 a 270 hp que realmente transmitía al diferencial trasero Dana 44, el de uso más rudo en el catálogo de Chrysler, eran más que suficientes para volverlo absolutamente intocable.
La gran mayoría de los Magnum fueron ordenados con transmisiones automáticas 727 de 3 cambios con consola para albergar su cambiador, siendo muy raros los que dejaron la fábrica con una caja A833 de 4 velocidades con palanca Hurst, y hoy por hoy, los más codiciados.
Robusto
Otro punto donde el Dodge Magnum se distinguía de otros coches ofrecidos en México era en su suspensión de uso rudo, que era básicamente igual a la que usaban sus primos Plymouth Diplomat y Dodge Dart estadounidenses con el ‘Police Package’ o el ‘Taxi Package’, que consistía en muelles y amortiguadores más rígidos, barras estabilizadoras en ambos ejes, y discos delanteros más grandes que los del Dart regular, con traseros de tambor. La dirección hidráulica tenía un interenfriador para su fluido. El toque final eran los rines de aluminio exclusivos del Magnum, que muchos dicen –con cierta razón- que son iguales a los del Corvette de esa época… pero los rines del Magnum traen grabado el nombre del coche, como puede verse en las fotos.
Para caballeros
Todo esto estaba oculto bajo una carrocería que, a simple vista, podría verse idéntica a la del Dart regular de 2 puertas que en ese entonces se vendía en México, pero había varia diferencias que lo distinguían. Los arcos de las salpicaderas estaban ligeramente ensanchados con pequeñas molduras al color de la carrocería. Las molduras de los vidrios eran negras en lugar de cromadas, y detrás de la ventanilla trasera lateral tenía dos costillas también negras que eran su característica estética más diferenciadora, pues ningún otro Dodge las portaba. Los espejos laterales eran deportivos, con diseño ‘de bala’, y la salida de escape era doble. Y claro, los emblemas de ‘Magnum’, ‘5.9 L’ y ‘Four Barrel’ advertían a cualquier ingenuo con un Mustang, un Fairmont o un Monte Carlo que este no era el coche con el que querían meterse.
Los colores en los que fue ofrecido respaldaban su carácter sutil y recatado, a diferencia de los Super Bee de la década pasada, que portaban colores llamativos y escandalosos, y paquetes gráficos que dejaban en claro su naturaleza.
Oficina ejecutiva
El interior del Dodge Magnum también contrastaba con el de sus antecesores; ya no había bancas de vinilo, volantes deportivos y la palanca ‘chanfleada’ como se le conocía en México, para los modelos manuales; al contrario, lujosos asientos y vestiduras de velour y telas de alta calidad cubrían todo el habitáculo, con un completo cuadro de instrumentos informando al conductor, y un volante distinto al del Dart regular, pero para nada tan atrevido como el de un Super Bee, lo guiaban. Todo era más sofisticado, más moderno, más maduro.
Orgullo nacional
Lo que el Magnum sí tenía en común con los Super Bee y Dart GTS, fue que fue un ofrecimiento exclusivo para el mercado mexicano. De hecho, era muy superior a prácticamente cualquier cosa que Mopar ofrecía en los Estados Unidos en aquél entonces, donde los motores estaban estrangulados por las regulaciones antiemisiones, y un 360 equivalente entregaba unos 170 o 180 hp…. en un buen día.
El progreso llama…
Tristemente, casi tan pronto como había llegado, el Magnum se fue. Chrysler cambió toda su gama a tracción delantera en los siguientes años, y la plataforma M de tracción trasera pasó a la historia, junto con el Magnum. Como sabemos, la plataforma K de Chrysler también trajo sus propios modelos de alto rendimiento, que reemplazaron el desplazamiento de un V8 por el boost de un turbo. Pero esa es una historia para otro día.
Auténtica máquina del tiempo
Pero aquí no acabamos en este artículo, porque tenemos que hablarles del coche de nuestras fotos, el cual está completa, total y absolutamente original. Jamás de los jamases ha sido restaurado, y los 16,359 kilómetros que marcaba el odómetro cuando tomamos estas fotos son originales.
Es una auténtica cápsula del tiempo que debe su impresionante estado de preservación a que fue comprado como el coche para la casa de fin de semana de una acaudalada familia, que no la usaba cada fin de semana. Por consiguiente, durante 30 años el coche apenas fue rodado, hasta que el actual dueño lo adquirió. No podíamos creer lo que veíamos cuando abrió la cajuela y nos enseñó las 4 llantas originales BF Goodrich Euzkadi Radial DR 70-14 que venían con el coche. ¡La llanta de refacción en la cajuela aún tiene aire de 1981 en ella! Es uno de los coches clásicos mejor preservados que hemos tenido la oportunidad de fotografiar.