El Neon fue uno de los mayores aciertos de Chrysler, un compacto familiar que reescribió las reglas del segmento ofreciendo un diseño innovador, mayor amplitud interior y mucha más potencia que prácticamente todos sus competidores.
Por Edmundo Cano
Imágenes: Chrysler
Durante los años 80, Chrysler había sobrevivido, y literalmente regresado a la vida, gracias a los compactos basados en la plataforma K, pero para los años 90s esta base ya comenzaba a mostrar sus años, incluso sus evoluciones como la plataforma P, que era empleada por el Shadow/Sundance, el compacto familiar del consorcio, por lo que su reemplazo tenía que ser tan relevante para la firma como en su momento fueron los coches K.
El prototipo de dicho relevo, el Neon Concept, fue presentado en 1991, en el Salón de Detroit, llamando la atención por su redondeado y amistoso diseño, el hecho de estar fabricado enteramente de materiales reciclados y tener un compactador de basura en el interior, puertas deslizables, y un motor 3 cilindros de 2 tiempos. Muchas de estas locas características, obviamente, no llegarían al Neon de producción, pero eso realmente no importó, pues el auto resultante era un excelente automóvil en todo sentido.
Una revolución
Cuando fue presentado a finales de 19994 como modelo 1994, con una excelente campaña publicitaria que simplemente decía ‘¡Hola!’, y vendiéndose bajo las 3 marcas del grupo, Chrysler, Dodge y Plymouth con carrocerías de 2 y 4 puertas, el Neon reescribió las reglas del segmento de los compactos familiares, superando no solo a su competencia directa de Ford y GM, sino a los ofrecimientos de Japón, que en esos años eran prácticamente reyes de dicho mercado. A pesar de tener dimensiones estándar, gracias al diseño de su nueva plataforma, el Neon era extremadamente amplio al interior, ofreciendo mucho más espacio para los pasajeros que cualquier otro auto del segmento. Dicha plataforma era extremadamente barata de fabricar, por lo que el Neon también era más barato que la competencia.
Su gama mecánica era también superior. El motor base, un L4 de un solo árbol de levas, ofrecía 132 hp, y un motor de doble árbol opcional llegaba hasta 150 hp. Esto era una diferencia enorme con respecto de su competencia, que en prácticamente ningún caso ofrecía más de 100 hp en sus modelos base, y sus versiones ‘deportivas’ a veces no llegaban ni a los 130 del Neon estándar. El Neon fue responsable de que prácticamente toda la industria automotriz elevara por encima de los 100 hp la potencia de los motores de sus compactos familiares de entrada.
Y claro, estaba el diseño redondeado y suave, muy amigable, complementado por una gama de colores que, si bien incluía los usuales blancos, platas y otros tonos discretos, también ofrecía locuras como verde limón, magenta, morado y otros colores chillantes y escandalosos, que de inmediato llamaron la atención del público joven. El Neon era un producto redondo, y sus ventas lo demostraron, desplazando más de 110,000 unidades cada año en que la primera generación estuvo disponible.
De carreras
Por si todas estas cualidades no fueran suficientes, el Neon añadió a sus credenciales nada menos que pedigrí deportivo. Chrysler sabía que la plataforma que había desarrollado para el Neon era una buena base para un coche de carreras sencillo y barato para las categorías de producción de las organizaciones de competición amateur, y desarrolló un paquete que consistía en el motor DOHC con caja de 5 velocidades y relaciones de diferencial más cortas, suspensiones más firmes e incluso ajustables, frenos de disco en las 4 ruedas y caja de dirección rápida. Este Neon estaba a una jaula antivuelco de ser legal en muchas categorías amateur, y aunque no tenía nombre, los entusiastas pronto lo comenzaron a llamar ‘American Club Racer’ o ‘ACR’, y el mote fue adoptado oficialmente por Chrysler.
El Neon ACR literalmente aterrorizó las categorías ‘Stock’ y ‘Showroom Stock’ de organismos como el SCCA. El pequeño sedán se tragaba vivos a auténticos deportivos como el Mazda Miata y el Mustang Cobra, y ganó varios campeonatos durante todos los años 90. Chrysler incluso creó un serial monomarca para el Neón, que fungía como categoría de soporte para Indy Car, en la que corrió nada menos que el mismísimo Bob Lutz.
¿En qué fue relevante todo esto para el Neon? En que Chrysler usó la experiencia ganada en el deporte motor para crear una edición deportiva del auto en 1998, el R/T, trayendo de vuelta las legendarias siglas Road/Track; el R/T usaba muchos de los trucos del ACR, pero era mucho más civilizado, para poder ser usado con toda comodidad en las calles.
Renovación
En el año 2000 llegó la segunda generación del Neon, que recibió un rediseño que para muchos resultó desfavorable, pues le daba un aspecto mucho más ‘usual’ que el que tenía su antecesor, y lo convertía en un auto mucho menos distintivo. Sin embargo, la reputación del Neon para entonces era bastante sólida, y a pesar de una apariencia mucho más estándar y de no ser ofrecido más como un coupé de 2 puertas, sus ventas se mantuvieron relativamente fuertes. Un Neon plateado tuvo el dudoso honor de ser el último Plymouth de la historia, luego de que Chrysler decidiera descontinuar la marca en el 2001.
Esta generación también tuvo sus versiones ACR y R/T, aunque no fueron tan exitosas y dominantes como sus predecesores, luego de que su competencia había tenido algunos años para ponerse al corriente. Y es que la edad ya comenzaban a pesarle al Neon, que en 2003 recibió un nuevo facelift, dándole una parrilla en cruz para ponerlo a tono con muchos otros ofrecimiento del entonces grupo Daimler-Chrysler, que había adoptado tal característica como distintivo de diseño.
Salida espectacular
Aun así, era claro que el Neon tenía sus días relativamente contados, por lo que la división PVO (Performance Vehicle Operations) del consorcio decidió despedirlo con una auténtica bomba: el SRT-4.
Luego de ‘tentar las aguas’ con un prototipo supercargado que fue espectacularmente bien recibido en el SEMA de 1999, el equipo de PVO –que después se convertiría en SRT- remó contra la corriente corporativa de Daimler-Chrysler para que su pequeño monstruo se hiciera realidad, y en 2003 por fin lo consiguieron, cuando salió al mercado el Dodge Neon SRT-4, que de inmediato le recordó a los nostálgicos las glorias de la era turbo de Mopar, pues en lugar de un motor supercargado, el SRT-4 de producción empleaba un 2.4 litros turbo, con un enorme interenfriador que ocupaba la apertura entera de la fascia frontal, y un sistema de escape sin silenciador.
Sus 215 hp (230 más adelante) y 245 lb/pie de torque lo convertían en un auténtico cohete de bolsillo, y su apariencia respaldaba la violencia bajo el cofre. Con un 0 a 100 que rompía la barrera de los 6 segundos, el Neon SRT-4 fue el ‘sport-compact’ que mejor valor ofrecía por el dinero, y pronto se convirtió en el consentido de una nueva generación de entusiastas que podían costear un coche sumamente rápido, que pronto desarrolló una industria dedicada del posmercado para convertirlos en monstruos no de bolsillo, sino de verdad: el 2.4 l podía aguantar boost hasta ¡500 hp! sin tener que reforzar los internos de forma considerable. Con las ‘tripas’ forjadas, muchos SRT-4 legales para las calles han llegado hasta 800 hp.
Swan Song
El SRT-4 le cantó las golondrinas al Neon, que en 2006 fue descontinuado para dar paso al Caliber como el siguiente paso en los familiares compactos de Chrysler, un auto que, a pesar de haber sido un buen coche y haber tenido también una versión SRT-4, nunca tuvo ni un ápice de la popularidad del Neon, y eso se debió a una cosa solamente: carisma. El Neon es uno de los autos de la era moderna más carismáticos y encantadores, y sus versiones raras y deportivas ya comienzan a considerarse neoclásicos.
Aquí también
En México tuvimos la gama Neon completa -con excepción del ACR original- y fue uno de los coches más queridos del público mexicano, tal como lo fue en la gran mayoría de los mercados en los que estuvo disponible. Mucha gente recuerda con cariño al Neon que tuvieron hace varios años, y más gente de la que podría imaginarse siguen conservando el suyo, pues son coches sumamente confiables. Y México tiene una de las comunidades de entusiastas más fuertes en torno al Neon y a su variante SRT-4. Realmente, el Neon dejó huella en el ámbito autromotriz nacional; no por nada Dodge decidió revivir el nombre en la actualidad, exclusivamente para México.