A finales de los 60, AMC estaba desarrollando el AMX/III, un deportivo de motor medio para competir contra lo mejor de Europa, y este fue el primer prototipo, que ha sido redescubierto luego de estar perdido más de 45 años.
Por Edmundo Cano
El primero de 9 prototipos fabricados del AMX/III el superauto de motor medio que American Motors estaba desarrollando a finales de los 60 para intentar mejorar su situación económica, ha sido redescubierto en un granero de Michigan luego de ver la luz por última vez hace más de 45 años, y será ahora restaurado a la perfección por sus nuevo dueños, Michael Chetcuti y Kyle Evans de Northport, Michigan que han comisionado al especialista en restauraciones Classic Design Concepts para traer de vuelta a la vida al prototipo desarrollado en 1969.
El atrevimiento de AMC
La historia del AMX/III, y de este auto en particular, es fascinante. En 1967, el nuevo equipo directivo de American Motors Company (Roy D. Chapin jr. como CEO, William von Luneburg como presidente, y Gerald C. Meyers como director de desarrollo y manufactura) decidieron que la mejor manera de revivir a la compañía, que en ese momento perdía dinero a raudales, era enfocar sus futuras actividades, modelos y promoción en el ‘alto rendimiento’. Y para eso se fueron a lo grande; algo tan grande que ninguna compañía americana hasta el momento lo había intentado: producir un auto deportivo de motor central.
Así, en mayo de 1967 le pidieron a Dick Teague, el director de diseño de AMC, que desarrollara un prototipo de dicho auto. La maqueta del coche, llamado AMX/II, convenció a la directiva de comenzar el desarrollo de una versión de producción. Sin embargo, antes de que eso pasara, insistieron en que hubiera también una propuesta de diseño de nada menos que Giorgetto Giugiaro, en ese entonces el diseñador automotriz más laureado del mundo. En 1968, Meyers y Teague viajaron al Autoshow de Ginebra, donde se reunieron con Giugiaro y le plantearon sus planes. Giugiaro respondió en noviembre del ’68 con un crudo diseño en stirofoam que envió a las oficinas de AMC en Kenosha. Para entonces, Teague había refinado aún más su diseño, ahora llamado AMC AMX/III, que era, simplemente, mejor que el del italiano.
Comienza el desarrollo
AMC se decidió por el diseño de Teague, y comenzó a buscar una compañía que se encargara del desarrollo y manufactura del AMX/III, la cual, irónicamente, fue ItalDesign de Giugiaro, quien por su parte comisionó a Gioto Bizarrini el diseño y la fabricación del primer chasis. AMC también firmó un contrato con BMW -que en ese entonces estaba en pláticas de cooperación con la marca americana, pues buscaba una locación en los Estados Unidos para fabricar el exitoso 2002- para que fungiera como supervisor de calidad de los prototipos desarrollados por los italianos. Con la retroalimentación e involucramiento directo de BMW, el chasis número 1, que es el auto que vemos en las fotos, pasó de ser un prototipo construido a medias, con la rigidez estructural de un chicle, a un auto deportivo bien manufacturado, cuyo segundo prototipo alcanzó casi 300 km/h con un motor V8 AMC 390 en pruebas en el autódromo de Monza.
La cancelación
Los planes de AMC estimaban producir 1,000 ejemplares al año, pero los costos de producción se dispararon de forma estratosférica (un ejemplo: hubo que desarrollar desde cero una transmisión para el auto, pues la ‘normal’ de ZF usada en ese entonces en coches de motor central no cabía por su diseño de cola tan corta), por lo que su precio al público hubiera sido imposiblemente alto. Eso, y regulaciones para las defensas que se instaurarían en los siguientes años, y que demandarían una reingeniería completa del frente del coche en un periodo de tiempo demasiado corto, llevó a la cancelación del proyecto por parte de AMC, luego de que solamente 9 ejemplares habían sido parcialmente fabricados.
Eventualmente, 7 de los 9 prototipos fueron importados a los Estados Unidos por AMC, que en turno los vendió a privados por fuertes sumas de dinero para sacarles algún provecho. Los últimos dos chasises, sin carrocería, se quedaron en Italia y fueron base para dos ‘show cars’ realizados durante los años 70. De los coches que llegaron a los USA, el mismo Bill Teague compró varios de ellos, incluyendo éste, el primer chasis, que pasó años abandonado en el taller de Bizarrini antes de ser adquirido por el diseñador de AMC, que le cambió el color de verde a amarillo y lo vendió en 1973 al coleccionista Scotty Dawkins, quien comenzó el proceso de hacerlo funcional, por lo que consiguió un motor V8 390, y recibió una transmisión que Teague había mandado a hacer específicamente para el auto.
El resurgimiento
Sin embargo, hasta ahí llegaron sus esfuerzos. Durante años el coche estuvo guardado en su garaje debido a que la familia se mudó a Alaska. Luego, Dawkins lo llevó al Museo del Automóvil de Gilmore, Michigan, donde supuestamente sería restaurado, algo que nunca sucedió. El AMC AMX/III estuvo en el sótano del museo durante varios años, hasta que Dawkins regresó de Alaska y tomó posesión nuevamente del auto, que saltó de granero en granero de Michigan hasta la muerte de su dueño en 2016. La familia de Dawkins conservó el auto hasta hace unos meses, cuando lo vendieron a Chetcuti y Evans, que planean, finalmente, regresarlo a la vida.
Y de completarse, su labor regresará a su antigua gloria al único AMX/III que falta. Sorprendentemente, todos los demás autos sobreviven hasta nuestros días, y están restaurados o preservados tal como cuando fueron fabricados en los talleres de carroceros italianos en los años 60. El regreso del chasis número uno cerrará el ciclo para uno de los proyectos fallidos más extraordinarios de la historia del automóvil, no solo de Norteamérica, sino del mundo.