Hace apenas unos días Stirling Moss falleció a los 90 años, dejando tras de sí un legado difícil de igualar en el mundo del deporte motor. Repasamos la trayectoria de uno de los más grandes pilotos que el mundo ha presenciado.
Por Edmundo Cano
En las primeras horas del 12 de abril de 2020, el mundo automotor perdió a uno de sus mejores exponentes. Sir Stirling Craufurd Moss falleció a los 90 años, luego de una larga enfermedad que lo obligó a retirarse de la vida pública en 2018. Su esposa, Susie, dijo que simplemente cerró los ojos y exhaló por última vez. Luego de una vida entera con el pedal a fondo, Moss murió en tranquilidad, rodeado de sus seres queridos.
En la sangre
Stirling Moss se crió en una familia de motoristas. Su padre era piloto consumado, que había participado en las 500 millas de Indianápolis de 1924; extraño para la época, su madre también corría, participando en ‘hill climbs’ antes de la 1ª Guerra Mundial. Su hermana, Pat Moss, heredó la misma pasión que Stirling y sus padres, y se convertiría con el tiempo en una de las pilotos de rally más exitosas de la historia.
No es de extrañar, entonces, que Stirling se convirtiera en uno de los mejores pilotos de todos los tiempos. A los 9 años su padre le compró su primer auto, un Austin 7, a los 15 años compró el suyo propio, y a los 19 comenzó su carrera deportiva al mando del BMW 328 de su padre. Meses después, con las ganancias de estas carreras y de algunas competencias ecuestres en las que participó –también era un excelente jinete- logró juntar suficiente dinero para convertirse en uno de los primeros clientes de Cooper Motors, comprando un Cooper 500 de Formula 2.

Las victorias comenzaron a llegar una tras otra, así como el ascenso a categorías más grandes y participación en carreras de otro tipo: su primera victoria internacional fue en el Rally RAC Tourist Trophy de 1950 al volante de un Jaguar XK120 prestado. Más ralismo vendría en los primeros años de los 50 (2do en el Rally de MonteCarlo de 1952), así como carreras de resistencia en carretera, donde demostró ser un absoluto as.
El verdadero inicio
En 1954 ganó las 12 Horas de Sebring en Norteamérica, y con el dinero del premio compró un Maserati 250F de Grand Prix, que representaría su entrada a la Formula 1. La confiabilidad del Maserati estaba lejana a la de los autos de los equipos oficiales, y aun así, Moss logró calificar y quedar por delante varias veces de algunos Ferrari y Mercedes-Benz. En Monza se ‘comió vivos’ a los dos pilotos considerados como los mejores del mundo en aquél entonces: Juan Manuel Fangio en un Mercedes, y Alberto Ascari en un Ferrari, pero su Maserati voló su motor y no pudo acabar la carrera. Sin embargo, esa demostración fue suficiente para ganarle una prueba en un Mercedes W196 en Hockenheim, y posterior a esta, donde impresionó sobremanera al director del equipo deportivo de Mercedes, Alfred Neubauer, un contrato con la estrella de 3 puntas.

Su mejor momento
Fue así que Moss entró al que sería su mejor año como piloto, ahora como coequipero de Fangio, quien se había convertido en su mentor, archirrival, y entrañable amigo. Luego de correr juntos en varias carreras, Fangio solía decir que Moss era el mejor del mundo. Palabras mayores.

En 1955 Moss logró su primera victoria en Formula 1, en el Grand Prix Británico en Aintree, con sus compatriotas como espectadores. También ganó el Tourist Trophy y la Targa Florio, pero sería en la Mille Miglia donde llevaría a cabo una de las mejores carreras de su carrera, y de toda la historia del automovilismo. Con el periodista deportivo Denis Jenkinson como navegante del Mercedes-Benz 300 SLR, la pareja desarrolló el primer sistema de navegación en el deporte motor, y logró conquistar la cruenta carrera en carreteras públicas italianas en 10 horas con 7 minutos, a una velocidad promedio de 157 km/h. ¡Sí, promedio! Imagínense manejar a casi 160 km/h durante 10 horas, con tecnología de 1955. Fue un logro monumental, y un récord que jamás en la historia de la Millie Miglia pudo ser roto. La crónica que Jenkinson realizó de la carrera para la revista Motor Sport es absolutamente fascinante, y pueden leerla aquí, aunque está en inglés.

Una nueva época
En 1956, luego de que Mercedes-Benz se retirara del deporte motor tras el desastroso accidente en las 24 Horas de Le Mans de 1955, Moss se unió a Maserati como piloto oficial, haciendo frente a Fangio, que había pasado a Ferrari, pero no pudo ganar el campeonato. De hecho, Stirling Moss nunca pudo coronar su extraordinaria carrera deportiva con un campeonato de Formula 1, aunque siempre se debió más a problemas de confiabilidad de sus autos, a mera mala suerte, y en la ocasión más importante de todas, al deportivismo de Moss.
En 1958, al final del Gran Premio de Portugal, el compatriota y rival de Moss, Mike Hawthorn, fue amenazado con una penalización por haber manejado su auto al sentido contrario del tráfico de la carrera luego de un despiste; Moss lo defendió y evitó que recibiera la penalización. Al final de la temporada, Hawthorn superó a Moss por un solo punto, y ganó el campeonato de ese año. Moss tuvo que conformarse con una victoria en las 12 Horas de Sebring a bordo de un Aston Martin, y con la primera de 3 victorias consecutivas de los 1,000 km de Nürburgring.

Ahora con Lotus
Para 1960, manejando para Lotus, Moss sufrió su primer accidente serio en las prácticas para el Gran Premio de Bélgica en Spa, rompiéndose ambas piernas y algunos huesos de la columna. Sin embargo, 5 meses más tarde estaba de regreso, ganando el Gran Premio de Estados Unidos en Riverside. Y en 1961, siguió demostrando su talento emparejándose, y muchas veces superando a los nuevos Ferrari ‘Sharknose’ V6 con su mucho menos potente Lotus de 4 cilindros.

El accidente
En 1962, disputando el Trofeo Glover en Goodwood con Graham Hill, el Lotus 18/21 de Moss trompeó y se estrelló en un banco de arena. Tomó más de media hora retirarlo de los restos de su auto. Moss estaba deshecho: el lado izquierdo de su cara, su brazo y su pierna izquierda estaban fracturados; más tarde, en el hospital, los rayos x revelaron una lesión mucho más severa: el lado izquierdo del cerebro de Moss se había desprendido de su cráneo. Este accidente lo tuvo más de un mes en coma, y los 6 meses posteriores inmovilizado del lado izquierdo de su cuerpo. Además, no recordaba absolutamente nada del accidente.
Cuando se hubo recuperado, Moss llevó a las 11 enfermeras que lo atendieron durante su estadía en el hospital a cenar y al teatro, como gesto de agradecimiento; meses después estaba de regreso en Goodwood, probando un Lotus 19 en pista mojada, con tiempos varias décimas de segundo más lentos que los que lograba antes del accidente. Esto, en palabras del propio Moss, le hizo darse cuenta de que ya no podía realizar los movimientos instintivos e inconscientes que lo caracterizaban; había perdido su ‘sexto sentido’, y por tanto, decidió retirarse del deporte motor profesional prácticamente en la cúspide de su carrera, luego de haber sido subcampeón de Formula 1 cuatro años consecutivos, de 1955 a 1958, y tercero los tres años siguientes. Para la comunidad automovilística, Stirling Moss es el campeón sin corona, el mejor piloto de la historia que nunca pudo concretar su talento con un campeonato.
Nunca es suficiente
A pesar de haberse retirado de la competición, Moss nunca se alejó de los autos. Hacía apariciones públicas en eventos automotrices, comenzó una prolífica carrera de comentarista de eventos de deporte motor, y de vez en cuando volví a subirse a un auto para correr. Su regreso al deporte motor de alto nivel se dio en 1974, con su participación en el Rally Londres-Sahara.Munich de 1974. Luego corrió por un tiempo en Australia y Nueva Zelanda, y finalmente regresó a Inglaterra para ser piloto profesional de nuevo, esta vez en el Campeonato Británico de Turismos, con el equipo oficial de Audi, en 1980 y 81.
Después de su retiro profesional, y esta vez definitivo, del deporte motor, Moss siguió corriendo pero en eventos de autos clásicos, donde aparecía por invitación de marcas automotrices y privados que lo invitaban a pilotar algunos de los autos que fueron parte de su carrera profesional; y si no había invitación de alguien, él mismo llevaba su propio OSCA FS 372 a estirar las piernas. En esta época, los reconocimientos por sus logros llovieron a raudales. Fue introducido al Salón de la Fama del Deporte Motor en 1990, y en el año 2000 fue nombrado Caballero de la Corona Británica por el Príncipe Carlos. Sir Stirling Moss, nada menos.

Ahora sí, hasta aquí
Finalmente, en 2011, luego de la calificación para la carrera ‘Le Mans Legends’ en La Sarthe, Moss anunció su retiro definitivo del deporte motor histórico, diciendo ‘esta vez sí me espanté’. Tenía 81 años. Luego de su retiro, siguió asistiendo a eventos automotrices, aunque ya no para manejar, sino como personalidad y como espectador, pues la pasión por los autos no lo dejó nunca. Así fue hasta 2018, cuando su salud lo obligó a retirarse de la vida pública.

A pesar de no haber sido campeón del mundo, Stirling Moss fue uno de los pilotos más prolíficos y exitosos de todos los tiempos. Durante su carrera profesional participó en 529 competencias, de las cuales ganó 212, en las más diversas disciplinas del deporte motor. En el proceso, se convirtió en una inspiración y ejemplo a seguir para otros pilotos contemporáneos y futuros, y en un ídolo para sus compatriotas.