Usando la nueva arquitectura de la marca inglesa, en la que se centran en el abundante uso de aluminio, Jaguar anuncia una reducción de peso de su sedán grande, además de un incremento en las dimensiones y, por ende, también en el espacio interior. Destaca la distancia entre ejes 52 milímetros mayor (ahora de 2,960 mm), valor cercano a la versión corta del sedán insignia de Jaguar, el XJ.
Los motores para elegir ya están presentes en otros productos de la gama, partiendo del 2.0 turbo de cuatro cilindros en línea con 240 caballos y 340 Nm de par, seguido de un V6 3.0 con supercargador, 380 hp y 450 Nm, éste último correspondiente al tope de línea XF S. La caja en todos los casos es una automática de ocho velocidades de ZF, quien provee también a otros fabricantes premium.
Algunos elementos de equipamiento abarcan la suspensión de dureza variable con amortiguadores que se adaptan solos de acuerdo al estado del suelo (se revisa el movimiento de las ruedas 500 veces por segundo), proyección de datos en el parabrisas (HUD) por medio de láser, interfaz de conectividad In Touch Control con una pantalla táctil de 10.2 pulgadas o un dispositivo (All-Surface Progress Control) que se ocupa de hacer avanzar al auto en superficies muy resbalosas (hasta velocidades de 30 km/h) sin que el conductor se ocupe de los pedales. Otros destacados son los faros con todas las funciones en tecnología LED o el equipo de sonido opcional Meridian de 17 bocinas.
Con el impulsor de dos litros habrá tres niveles de equipamiento: Pure (59,900 dólares), R-Sport (66,900 dólares) y Portfolio (75,900 dólares). El XF S de seis cilindros asciende a 84,900 dólares.
La principal competencia del XF se encuentra en coches como el BMW Serie 5, el Audi A6 o el Mercedes-Benz Clase E, todos estos con opciones mecánicas similares además de, obviamente, tener un tamaño cercano.