Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).
Casi al unísono que nos enterábamos de la decisión de Ford de cancelar una gran inversión en México vía una malograda planta en San Luis Potosí, Donald Trump, el magnate estadounidense que llegará a la casa blanca gracias a sus políticas de corte nacionalista que calaron en la clases medias y bajas asoladas por la crisis hipotecaria y las alzas en impuestos; tras dirigir sus ataques mediáticos a la marca del óvalo, ahora se dirige contra General Motors.
En los meses pasados, tanto en la campaña electoral y ya como presidente electo, Trump amenazó a Ford con un gravamen extra del 35% para los autos ensamblados en México que se vendieran en la Unión Americana, e incluso también amenazó la comercialización del Ford GT al considerarlo un auto “canadiense”.
Esto, a raíz del plan de trasladar la producción del Focus y la C-Max a una nueva planta en San Luis Potosí que costaría 1,600 millones de dólares (MDD). Pese a que la marca aseguró que la mayor parte de sus inversiones tenía como destino los Estados Unidos y que no se perderían empleos tras un acuerdo con los sindicatos de Detroit para armar la pick-up Ranger (ausente en los EE.UU. en su actual generación) y un nuevo derivado de esta denominado Bronco, finalmente Ford decidió cancelar la nueva fábrica en SLP, aunque de manera pírrica confirmó que el Focus sí se armará en Hermosillo.
El camino de General Motors no es menos atribulado. Mientras que Ford traslada producción y añade nuevas camionetas (como la Ecosport, inédita en EE.UU.) ante la caída en ventas de los sedanes grandes y coupés y el incremento en la comercialización de Crossovers y Pick-ups; GM por su parte ha estado renovando a marchas forzadas su gama de camionetas y ha anunciado despidos en varias plantas en los Estados Unidos.
Si bien en su momento General Motors culpó a los “cambios en los gustos de los consumidores estadounidenses”, tampoco se ha visto libre de la campaña mediática del ahora presidente electo (según el sistema electoral americano, pese a haber recibido menos votos), que recién lanzó un Tuit amenazando con aranceles extras al fabricante.
“General Motors está enviando el modelo Chevy Cruze hecho en México a los concesionarios de automóviles de Estados Unidos, ‘sin impuestos a través de la frontera’ (Sic). ¡Fabriquen en Estados Unidos o paguen un mayor impuesto fronterizo!”, señaló el republicano, pese a que los acuerdos del TLCAN-NAFTA establecen lineamientos para eximir de impuestos a varios productos.
Aunque el consorcio aclaró que todos los sedanes Cruze vendidos en Estados Unidos eran ensamblados en Lordstown, Ohio y que de México únicamente llegaban las variantes hatchback menos populares, bastó ese simple Tuit para que las acciones de la marca cayeran un 1% en Estados Unidos.
Hasta ahora, el magnate no se ha pronunciado de manera tan marcada contra Chrysler, que es ahora una empresa de capital italiano, ni contra empresas extranjeras que de todos modos en la mayoría de los casos han deslocalizado su producción para armar la mayor parte de los productos vendidos en el mercado estadounidense en suelo local.
En México, cerca de la mitad de los autos vendidos son de factura extranjera, la mayor parte de los Estados Unidos; y más de 130 mil vehículos usados ingresaron de manera legal o ilegal de los Estados Unidos durante el año pasado, según datos de la AMDA.