Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).
2013, la Agencia de Administración Nacional de la Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) daba a conocer el resultado de una investigación en la que encontró que el proveedor de autopartes de origen japonés Takata tenía conocimiento de fallos en sus bolsas de aire fabricadas desde hacía una década, por lo menos.
Takata llegó a acaparar el 20% del mercado en este rubro, por lo que se vieron afectadas más de 42 millones de unidades de marcas como Toyota, Honda, Nissan, BMW, Isuzu, Chrysler, Mazda, Ford, Daihatsu, Subaru, General Motors, Tesla, Saab, McLaren y Mitsubishi. El fallo, deliberando oculto por ingenieros de la empresa, consistía en una pieza que se desgastaba prematuramente por la humedad y la luz ultravioleta, provocando que al estallar la bolsa de aire se arrojaran esquirlas al rostro de los ocupantes. Este desperfecto se ha cobrado la vida de al menos 17 personas.
Desde entonces, el proveedor ha estado trabajando a marchas forzadas únicamente para producir bolsas de aire para reemplazo, desatendiendo la mayor parte de su negocio para vehículos nuevos, de ahí que la bancarrota era un escenario más que inminente para Takata, misma que ya ha sido comunicada a autoridades en Estados Unidos y Japón. El Recall masivo tiene un 75% de avance en el archipiélago nipón y algo más de una tercera parte en la Unión Americana.
Tras 84 años de existencia de la empresa, este hito marca el primer colapso de una gran compañía japonesas desde los años de la postguerra. Ya hay una firma interesada en hacerse con los activos del fracasado proveedor, exceptuando la operación de Airbags: Key Safety Systems, una firma asentada en Japón, pero de capital chino, como una muestra de los tiempos actuales. La transacción sería por unos 1,590 millones de dólares (MDD), con la promesa de conservar a los empleados, aunque no absorbería los pasivos de Takata, que ascienden a unos 10,000 o 15,000 MDD, 2,000 MDD, en préstamos del gobierno estadounidense.