Por Santiago Álvarez (@santi_al91)
Tras los resultados del ‘Brexit’, la industria automotriz establecida en el Reino Unido ha expresado su preocupación, mencionando todos los problemas e inconvenientes que esto puede representar para la estructura operacional que actualmente tienen fabricantes como Honda, Jaguar-Land Rover, MINI, Nissan o Toyota.
Uno de los fabricantes que tiene también tiene una situación compleja es General Motors, cuya filial inglesa Vauxhall hace parte del conglomerado desde 1925. Aunque buena parte de su portafolio de modelos es fabricado por Opel en las plantas de Alemania, España o Polonia, aún siguen vigentes las plantas de Ellesmere Port (Astra) y Luton (Vivaro), las cuales podrían ser víctimas de la decisión política.
Con una producción combinada de casi 300,000 unidades y una plantilla conjunta que ronda los 2,800 operarios, la compañía teme que el aumento en los aranceles de importación y exportación afecte los costos de producción de esta fábrica, pues el 80% de las unidades fabricadas es exportado a la Europa continental para ser comercializada como Opel.
Adicionalmente, la continuidad de la planta de Ellesmere Port podría estar en riesgo, pues su porcentaje de integración local de piezas es bajo (en torno al 25%), dado que buena parte de los componentes empleados para armar los modelos Astra son importados. Según Garel Rhys, profesor emérito de la Cardiff Business School, esto dejaría a la fábrica en una posición “bastante vulnerable”.
En caso de que la empresa considerará trasladar la producción del Astra a la Europa continental, solamente ocurriría para comienzos de la próxima década, cuando está proyectada la aparición de la siguiente generación de este modelo compacto. Por ahora, las operaciones de Vauxhall continúan con normalidad a la espera de que se definan los nuevos términos comerciales entre el Reino Unido y los estados que conforman la Unión Europea.