Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).
General Motors recién renovó sus pick-ups grandes, la Chevrolet Silverado y la GMC Sierra, dotándolas de primicias como piezas de aluminio en la carrocería, una cama elaborada en compuesto de fibra de carbono, un escalón extra para la tapa de la caja, una asidera en el área de carga y lo último en conectividad y asistencias a la conducción.
Sin embargo, en el plano mecánico, el fabricante estadounidense parecía más bien conservador, al mantener impulsores V8 a gasolina de 5.3 y 6.2 litros, así como un Turbodíesel Duramax de seis cilindros en línea.
Sin embargo, la mayor revolución ahora viene con el primer motor de cuatro cilindros en la historia de la Silverado. El elegido es un 2.7 litros de inducción forzada que incluso supera al V6 de acceso con 310 HP y 472 Nm (348 lb-pie) de par entre 1,500 y 4,000 rpm, dosificados por una transmisión automática de ocho relaciones. Comparativamente, el seis cilindros 4.3 litros atmosférico produce 285 HP y 414 Nm (305 lb-pie).
Por su parte, el V8 5.3 litros sigue produciendo 355 HP y 519 Nm (383 lb-pie), al tiempo que puede pedirse con convertidores de par de seis u ocho relaciones. El ocho cilindros 6.3 litros también mantiene su salida de 420 HP y 624 Nm (460 lb-pie), aunque ahora se hermana a una caja de 10 velocidades.
Los motores más grandes también añaden desactivación de cilindros con hasta 17 modos distintos y gestión dinámica de combustible, mientras que del Turbodiésel aún no hay datos. Se espera que el 2.7T, con elevación de levas variable, cope hasta un 10% de las ventas de la camioneta, al tiempo que mejorará su consumo promedio.
Las variantes con mecánicas V8 y doble cabina comenzarán a fabricarse en el tercer trimestre del año, mientras que aquellas con motores V6 y L4, así como otros estilos de carrocería, harán lo propio en el último trimestre, por lo que las ventas comenzarán entre finales de este año e inicios de 2019, con precios por anunciar.