Por José Virgilio Ordaz (@Neckriagen).
En las últimas semanas, nos enteramos que el gobierno de Estados Unidos, encabezado por el conservador Donald Trump, abandonó de manera unilateral el Acuerdo de París, una iniciativa a la que de manera voluntaria se sumaron diversos países para combatir los efectos del cambio climático causado por actividad humana.
Este hecho suscitó varias reacciones, desde la renuncia del creativo sudafricano Elon Musk al consejo de asesores de Trump, el espaldarazo de grupos políticos y empresariales con intereses en la industria petrolera y carbonera al magnate estadounidense, así como el refrendo del compromiso con el Acuerdo de varias firmas automotrices, petroleras, científicos, intelectuales y gobiernos como los de Francia y China.
Nicolas Hulot, ministro de ecología francés, comunicó las intenciones del recién electo presidente Emmanuel Macron, en donde, entre varias iniciativas para contrarrestar la salida de los Estados Unidos del Acuerdo, reconsideraba sus intenciones de reducir en una cuarta parte sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2050, pasando a la reducción total.
Si bien Hulot considera que es una tarea difícil y que “supondrá una revolución”, estima que las soluciones propuestas son viables y que las automotrices francesas “estarán a la altura”. Actualmente, los vehículos híbridos y eléctricos representan un 4.8% de los autos nuevos vendidos en Francia, pero el gobierno ve con beneplácito los varios proyectos de vehículos eléctricos que llegarán entre 2018 y 2022, así como la intención de Volvo de electrificar su gama en 2019. Estiman que los autos a gasolina y diésel podrían dejar de venderse por completo en la nación gala para 2040.
Ya hubo una iniciativa de varios alcaldes, a la que se adhirieron los de París y la Ciudad de México, para prohibir los vehículos a diésel en las principales urbes en 2025, sin embargo, el nuevo plan de Macron y Hulot es mucho más agresivo y ambicioso, al contemplar a toda la nación francesa y los motores a gasolina.
Por supuesto, el plan no sólo incluye a los autos, pues estiman que para 2022 Francia dejará de producir electricidad a partir de carbón, mientras que la energía eléctrica que proviene de centrales nucleares pasará del 75 al 50% en 2025. Otras medidas incluyen restringir el uso de aceite de palma en biocombustibles para desincentivar la deforestación.
Si bien organizaciones como Greenpeace se congratularon por esta serie de iniciativas, afirmaron que les gustaría conocer cómo será el plan concreto del gobierno francés y con qué pasos iniciarán para lograr sus ambiciosos objetivos.