Por Gilberto Samperio (@gilsamperio) Fotos: Carlos Quevedo
Hoy en su segunda generación, construido sobre la reciente plataforma MLB evo, el personalísimo coupé mediano de Audi nos llega en su vertiente de pretensiones velocistas y divertidas posibilidades, sin los tintes rabiosos asociados a las siglas RS. En efecto, se trata de la variante llamada S5, que goza de un excelente equilibrio en dinamismo y prestaciones en combinación con lujos y amenidades dignos de ejecutivos de altos vuelos ya en la fase final de su vida laboral y superada su crisis de la mediana edad.
Vayamos por partes: las formas son fluidas, bellas, con ese remate preciso en las esquinas que concuerdan con el aire teutón siempre esperado en los ejemplares de Audi. Los acentos diferenciadores respecto al A5 son discretos pero palpables como la parrilla más grande y embellecida, sus minibranquias, rines específicos, escapes dobles en la zaga sin olvidarse de los anagramas que “gritan” S, las carcasas satinadas de los retrovisores o el fino alerón posterior, casi un labio de mínima influencia aerodinámica.
Las proporciones son inmanentes de la filosofía coupé: un gran primer volumen, donde se aloja un tren motor de tecnología de punta (V6 de 3.0 l turbocargado con 354 HP a la entrega y caja automática de ocho escalones). El segundo volumen lo describe una cabina muy orgánica, cuya disposición de asientos 2+2 aclara que está orientado hacia el ego. Eso sí, todo en terminaciones de primer nivel –exquisito tapizado de los asientos e insertos ornamentales en fibra de carbono– y un equipamiento muy completo como intuitivo. Claro, la herencia del tablero del hermano racional (A4) se nota hasta en la pantalla ubicada bajo la cúpula, donde la mejor imagen es la que simula un gran tacómetro al centro (Virtual Cockpit presente). Y acompaña en el rubro de infotenimiento una pantalla táctil muy erguida (inspiración tablet) al centro de toda la plancha frontal.
Finalmente, el tercer cuerpo corresponde a una cajuela de buen tamaño, de boca suficiente y utilidad acertada para dos personas viajeras.
Ya dispuestos en el asiento dominante, revisamos y ajustamos nuestra posición. Para ello, Audi dispone de varias vejigas neumáticas que nos ofrecen todo el soporte o masaje que una cansada espalda desearía para viajar sin posturas raras o incómodas.
Todo queda a mano, al punto para que enfoquemos nuestra atención en el propósito de este fino coupé: conducción rápida, divertida pero sin las exigencias físicas que un deportivo de pura cepa solicita a su entusiasta dueño.
Esta acomodada perspectiva queda confirmada no solo por los lujosos interiores o la intachable postura. Basta con rodar en caminos desiguales para apreciar una marcha cómoda, de talante sedoso con pocos sobresaltos, virtud de finos amortiguadores cuyo filtrado nos evita tantas molestias pero no pierden jamás su función dinámica: mantener el coche siempre estable.
Ese propósito resulta muy patente cuando abordamos nuestra zona de curvas favorita. El aplomo del S5 resulta prácticamente imbatible pues gira muy plano y la dirección transmite nuestras órdenes con total fidelidad. Hay que clarificar que también ayudan mucho en este envidiable comportamiento las asistencias electrónicas, donde el diferencial central trasero autoblocante exhibe un impecable reparto todo el tiempo, al punto de hacernos creer que somos nosotros los finos y afilados equilibristas cuando en realidad la mayor responsabilidad queda en manos de esta refinada máquina.
Eso sí, cuando excedemos nuestra confianza o si la curva observa un radio muy pequeño, la masa del Audi (casi 1,800 kg) intercede y nos propicia una actitud subvirante discreta, fácil de llevar.
Sin embargo, su verdadero escenario son las autopistas veloces, donde añoraríamos, si hubiese en México, una verdadera Autobahn. Ahí, el Audi S5 corre contundente, ágil, y sobre todo, seguro de sí mismo al punto de que las velocidades de tres dígitos son lo habitual, merced a un V6 de gran empuje, perfectamente administrado por la novedosa transmisión de ocho relaciones cuyo escalonamiento tiende a corto. En las aceleraciones a fondo o con más de medio pedal de acelerador hundido, la caída de vueltas es poca, por lo cual el turbocargado siempre se halla en la cresta de su mejor rango de par-motor. Además, la caja luce un comportamiento proactivo, solo disminuido en el modo Efficiency (los otro cuatro –Dynamic, Auto, Comfort e Individual–, son más asertivos), que nos permite conducir ya con las manetas tras el volante, con la palanca o dejamos que “adivine” nuestras intenciones.
Por una cantidad oscilantes en los 1.1 millones de pesos, este Audi representa un desembolso fuerte para su clientela objetivo: amantes de la conducción que ya superaron la ansiedad por poseer un deportivo de corte radical pero que gustan de la conducción expedita, divertida, sin merma de comodidades y amenidades que otorga la tecnología automotriz de estos días.
Un capricho bello y eficaz, para bolsillos pudientes o sin tantos compromisos personales como antes. Y claro, con buenas posibilidades viajeras para dos.
Unidad probada
1,104,900 pesos (a fecha de la publicación)
NOS GUSTA
– Estética atractiva
– Respuesta del tren motor
– Interior cálido
NOS GUSTARÍA
– Más sonoridad del escape
– Más espacio en segunda fila
– Un precio más razonable
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: V6, 3.0 l Turbo
Potencia máxima: 354 HP a 5,400 rpm
Par máximo: 500 Nm a 1,370 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, ocho velocidades
Tracción: Integral permanente
DIMENSIONES
Peso vacío: 1,720 kg
Tanque de combustible: 58 litros
Largo x ancho x alto: 469 x 184 x 136 cm
Distancia entre ejes: 276 cm
Cajuela: 465 litros
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 14.10 s
Rebase 80 a 120 km/h: 4.00 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 36.9 m
Consumo medio: 10.4 km/l