Por Gilberto Samperio (@gilsamperio) Fotos: Carlos Quevedo.
Con la actualización física externa ocurrida hace poco tiempo, no faltaba mucho para gozar la vertiente de talante deportivo, siempre en el entendido de lo que puede hacer una SUV de esta masa –casi dos toneladas en báscula–, y tamaño mediano, en las carreteras tan dispares en sus trazos y dispersas consistencias pavimentarias de nuestro colorido país.
Al equipamiento suntuario bien armado –dispone de un completo sistema de conexión digital y extras de lujo siempre bienvenidos como el navegador GPS–, suma una terminación muy buena, casi notable dada su consideración como ejemplar preludio de los llamados premium por la casa del óvalo azul.
Los ensambles y materiales no solo ofrecen solidez al tacto, sino que la ausencia de ruidos y rechinidos campea por todo el habitáculo. De hecho, nuestras mediciones en autopista con el decibelímetro arrojaron una lectura sobre los 60 db a los consabidos 100 km/h. Notable, de premium.
Fiel a la tradición estadounidense, el espacio abunda y las dimensiones de la cabina acomodan sin problemas a cinco adultos de talla grande. Obviamente, la cajuela va al tenor del equipaje y los requisitos de estas personas en propósito viajero. Únicamente la visibilidad hacia los lados, ocasión de una elevada cintura y angulosa área acristalada, resulta un tanto reducida. Ayudan los espejos de buen tamaño, pero en pasos estrechos se sufre un poco, sobre todo si se tiene poca paciencia al volante.
En cuanto al desempeño, el V6 de 2.7 l turbocargado eroga, según el fabricante, 315 HP (un poco menos en el dinamómetro, 308 HP) y un más que saludable par motor de 350 libras-pie o 475 Nm; (aquí ganó: 417 libras-pie o 565 Nm, lo esperado en un motor todavía inmaduro o apretado). Estas eficiencias energéticas le conceden un dinamismo muy bueno que, por gracia de la bien afinada transmisión automática, logra extraer el mejor partido al carácter del V6. Todo se traduce en una conducción ágil, rápida en vías continuas y con cierta diversión en zonas sinuosas. Allí tercia acertadamente el sistema de Torque Vectoring de la casa, lo que confiere una capacidad de giro muy convincente, apenas demeritada por un balanceo inherente a la altura de camioneta y la inefable masa que también opina en las acometidas de las curvas.
Los frenos cumplen correctamente, mientras el gasto de combustible es relativo al pedal del acelerador. Si nos gusta la prontitud del turbo, no veremos cifras ahorrativas. Por el contrario, si procuramos modales suaves a los pedales, miraremos dígitos cercanos a los 15 km/l. Decentes, pero no sorprendentes.
Con una etiqueta estimada en la banda superior de los 600 mil pesos, no se puede hablar de una ganga en términos de SUV familiar. Sin embargo, esta Ford Edge, merced a la virtud de su V6 turbocargado, logra un dinamismo que puede encantar, lo que sumado a sus capacidades viajeras y comodidades, resulta una oferta harto interesante a los inclinados por la comodidad y rapidez que una buena camioneta puede ofrecer.
Unidad probada
633,000 pesos (a fecha de la prueba)
NOS GUSTA
– Desempeño dinámico
– Tren motor
– Insonorización
NOS GUSTARÍA
– Mejor visibilidad lateral
– Más ahorro de combustible
– Frenos más consistentes
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: V6, 2.7 l, doble turbo
Potencia máxima: 310 hp a 4,750 rpm
Par máximo: 475 Nm a 2,750 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, seis velocidades
Tracción: Integral permanente
DIMENSIONES
Largo x ancho x alto: 477 x 192 x 174 cm
Distancia entre ejes: 285 cm
Cajuela: 555 litros
Peso vacío: 1,980 kg
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 16.05 s
Rebase 80 a 120 km/h: 5.63 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 41.7 m
Consumo medio: 10.3 km/l