Por Manuel Fernández (@Manuel_tcf) Fotos: Carlos Quevedo
El grupo BMW no es nada ajeno al quehacer de un buen híbrido. Ejemplos hay y van desde los Serie 2, 3, 5 , 7 o X5 con este tipo de sistema de propulsión, y hasta podemos irnos a la división i, con el eléctrico i3 o el espectacular i8, de cierta forma relacionado al MINI que hoy nos ocupa, pues usa justo el mismo motor de tres cilindros que para el caso de este crossover mueve el eje delantero, mientras que del trasero se ocupa un impulsor eléctrico alimentado por una batería de 7.6 kWh instalada bajo los asientos traseros. En la práctica, tenemos un conjunto que puede desplazarse de manera parcial con solo electricidad y que a su vez tiene tracción total, pero sin recurrir a un eje de transmisión.
Las modificaciones sobre el Countryman convencional, misma arquitectura que da vida a los Serie 2 tipo monovolumen y a la X1, por supuesto terminan afectando el peso final (arriba de las 1.7 toneladas) e incluso la practicidad, pues la cajuela queda en poco más de 400 litros y los asientos posteriores pierden la posibilidad de reclinarse y deslizarse, junto a una banca puesta más arriba. De todas formas, el espacio resultante sigue siendo muy decente para convivir durante un trayecto largo.
De este Countryman híbrido es específico el botón de encendido adornado en verde brillante y una curiosa interfaz en la pantalla central que, de acuerdo con el tipo de caminos por los que se circule, muestra un gráfico de un Countryman que bien puede transformarse en uno con ruedas más grandes o hasta en un Monster Truck. Mientras esa animación cambia, también lo hace la forma en cómo el coche nos describe a través de un letrero, así que si vamos sobre calles asfaltadas sin mayores retos somos un “Street Cruiser”; si hay muchos hoyos o desniveles, pasamos a ser un “Bump Roller”; con muchas pendientes el piloto será como “Slope Master” o “Hill Surfer” y, además, en el mismo menú expone la autonomía eléctrica, la autonomía total e incluso califica nuestro estilo de conducción ecológica. Puede que sea una frivolidad, pero convierte el uso del Countryman en una especie de juego que, al final, resultará entretenido para muchos.
Dentro de esas soluciones propias del híbrido también hay unos modos de manejo específicos, que hacen casi redundantes los usuales “Green”, “Mid” y “Sport”. Estos son “Max eDrive”, “Auto eDrive” o “Save”. El primero da prioridad casi absoluta a circular en modalidad eléctrica siempre y cuando haya suficiente carga; el segundo hace que el vehículo elija si moverse como eléctrico o híbrido, y el tercero prioriza la carga de la batería al dejar el motor de gasolina encendido y activa al mínimo el modo eléctrico para poder usarlo más adelante. Al mismo tiempo, si se usa en “Green”, ofrece la posibilidad de dar una alerta a partir de una velocidad predeterminada y también procurar un uso mayor en modalidad eléctrica. En “Mid” es un híbrido por predefinición, mientras que en “Sport”, al asegurar las máximas prestaciones, usa ambos impulsores siempre.
Como si ya no fueran suficientes diferencias, el tacómetro desaparece y da paso al típico indicador energético de los híbridos, que nos deja saber cuándo estamos gastando mucha energía, de acuerdo con la presión sobre el acelerador, y cuándo se está regenerando al parar o desacelerar. Si se rueda solo con electricidad, también muestra unos testigos en verde a lo largo del recorrido de la aguja para dejar claro hasta qué punto podremos pisar el pedal derecho, antes de que intervenga el motor de gasolina.
¿Y cómo funciona tanta aparente complejidad en el día a día? Para quienes han manejado otros híbridos conectables antes, la verdad es que resulta muy fácil adaptarse a este MINI. El hecho de seguirle dando prioridad a una conducción gratificante se traduce en un tacto de freno que no es asociable a un híbrido, al carecer el pedal de ese efecto resorte del inversor o de delicadezas excesivas.
En ese y otros sentidos da la retroalimentación y precisión de un buen automóvil con cierto planteamiento deportivo, gracias también a una suspensión graduada hacia lo rígido, pero sin la marcada dureza de los MINI más auténticos, aunque siempre muy comunicativa del estado del pavimento. Lo mismo aplica para una dirección intuitiva y el hecho de que sea un híbrido solo se nota en apoyos fuertes que, inevitablemente, harán manifestar la masa de más con la que se está lidiando.
En su faceta “verde”, lo entrecomillamos, pues este no es solamente un híbrido pensado para la economía sino para el desempeño, da gusto que al usar el coche en modo eléctrico éste sí sirva para situaciones reales y no se desactive al mínimo esfuerzo. El impulsor auxiliar de casi 90 caballos y 121 lb-pie aguanta pendientes considerables sin recurrir a la ayuda de su par de combustión interna, da margen para aceleraciones un poco más agresivas y hasta nos deja ir al paso de otros vehículos en entornos urbanos. Así se procure con solo electricidad, alguna entrada del tren delantero (a gasolina) ocurre si llegan a patinar las llantas traseras para evitar cualquier remota posibilidad de un sobreviraje… Igual, de exigir este Countryman en giros muy cerrados el resultado final será que, naturalmente, ceda la trompa.
La autonomía real que obtuvimos de la pila, que anuncia 42 kilómetros de manera oficial, fue de 25 considerando tramos no muy planos y una conducción convencional y no conservadora, de cara al menor consumo posible.
Usando un tomacorriente de 110V en el estacionamiento de la redacción con el cable incluido en el auto, el coche marcaba 16 kilómetros tras ponerlo a cargar de ceros poco más de cuatro horas antes, así que luego de una jornada laboral o al reponerlo en la noche, es factible que alguien pueda utilizar el modo eléctrico la mayoría del tiempo, siempre y cuando la rutina sea de recorridos establecidos (casa-oficina-casa y algún desplazamiento de ocio). La ayuda eléctrica también hace que este pequeño acelere como algunos SUVs de seis cilindros. La buena respuesta a medio régimen del tricilíndrico se complementa en la zona baja del tacómetro con el torque inicial de su equivalente eléctrico. En pocas palabras, se elimina el turbolag por medio de la electricidad. Si a eso le sumamos que el 1.5 está bien administrado por una rápida caja automática, tenemos un conjunto competente desde el plano dinámico.
Sin perder mucho de la utilidad de un Countryman y sin sacrificar el desempeño y las sensaciones que se asocian a un MINI, esta variante híbrida brinda la posibilidad de circular sin emitir directamente ningún contaminante durante tramos urbanos, en los que la polución de un auto suele ser crítica dado el uso ineficiente del motor de combustión interna entre constantes detenciones, arrancadas y tiempos muertos en los que se encuentra prendido sin que eso se traduzca en movimiento. Gran propuesta de MINI que, por su precio, muy pocos entenderán.
Unidad probada
869,700 pesos (a fecha de la publicación)
NOS GUSTA
– Aceleración
– Modo eléctrico útil
– Tacto y puesta a punto
NOS GUSTARÍA
– Mejor ajuste interior
– Opción a llantas convencionales, no runflat
– Precio menos prohibitivo
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: Síncrono AC + L3, 1,499 cc Turbo
Potencia máxima: 224 HP (88 HP + 136 HP a 4,400 rpm)
Par máximo: 385 Nm (165 Nm + 220 Nm de 1,250 a 4,300 rpm)
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, seis velocidades
Tracción: Integral permanente
DIMENSIONES
Peso vacío: 1,735 kg
Largo x ancho x alto: 429 x 182 x 155 cm
Distancia entre ejes: 267 cm
Cajuela: 405 litros
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 15.28 s
Rebase 80 a 120 km/h: 7.10 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 41.09 m
Consumo medio: 46.24/14.24 km/l (con carga/sin carga)