Por Manuel Fernández (@Mfer_89)
En el no tan poblado nicho de las SUVs medianas de dos filas de asientos (varias ya solo se ofrecen con tres), Hyundai propone una opción con fuertes argumentos en aspectos como la calidad de armado, la comodidad de marcha, el espacio interior o el nivel de equipamiento, todo asociado a un tren motor con un desempeño por lo general superior al de rivales con impulsores aspirados de seis cilindros… al menos a las castigadas alturas en y alrededor del antes llamado Distrito Federal.
Muy consecuente con el hecho de estar orientada y hacerse en Estados Unidos, la primera impresión con la Santa Fe es la de una suspensión de claro enfoque hacia la comodidad, muy silenciosa y con pocos nerviosismos aún cuando hay demasiados desniveles u hoyos y en general un control competente de la carrocería.
Solo al pasar de las velocidades recomendables para un vehículo de esta tipología, aflorarán los balanceos y cabeceos típicos para el peso que se está llevando, si bien en ningún momento se pierde la confianza o la sensación de seguridad.
Tanta suavidad también se refleja en una dirección eléctrica que han conseguido aislar bastante del camino, sin apenas vibraciones o algún tipo de retroalimentación que pueda ayudar en el manejo en curvas, como las que se enfrentaron en un tramo montañoso durante el recorrido de lanzamiento. En su ambiente natural, la autopista, cumple a cabalidad y ahí es realmente donde importa el comportamiento de la Santa Fe.
Una gran ventaja de que se haya optado por un motor sobrealimentado es que las capacidades para adelantar e incorporarse están por encima del promedio en la fauna automotriz mexicana, así que los niveles de aceleración posibles (ya tendremos números concretos cuando la tengamos a prueba) dan tranquilidad en alguna situación delicada y hacen que en la mayoría de circunstancias la Santa Fe no se vea forzada de más para mantener el ritmo en carretera. La entrada del turbo es lo suficientemente progresiva para que no haya quejas en refinamiento y, si acaso, solo conviene anticiparse a una caja que no es la más rápida en rebajar, aunque para un tipo de conducción que no tiene que ser dinámica –no sobra repetir que es una camioneta familiar– reacciona con mucha suavidad (más que en una Ford Edge, si tomamos una referencia en su competencia).
Por último, y como es muy usual en Hyundai u otras marcas como Toyota, el interior está muy bien rematado en cuanto a uniones de piezas y texturas, además de estar pensado para que la adaptación a la cabina sea inmediata, sin mandos que centralicen en exceso muchas funciones y una ubicación lógica, conveniente y clara de los botones.