Por Gilberto Samperio Fotos: Claudia Rivera Edición para online: Manuel Fernández
Si bien por fuera parece común, apenas diferenciado del Ibiza normal, éste Cupra posee varios elementos que no escapan al ojo analítico del avesado en deportivos. Por ejemplo, ambas fascias son más voluminosas y poseen detalles interesantes. Adelante, la parrilla recurre a un acomodo triangular que evoca a la conocida estampa de panal de abeja. Existen un par de recovecos tanto al frente como atrás que remiten tomas de refrigeración para frenos; cosméticas y no funcionales. El simil de difusor atrás y el escape trapezoidal al centro agrega ese acento deportivo que tanto aman los fanáticos.
Al interior, los detalles enfatizan su carácter velocista. El volante achatado en su parte inferior, los asientos de textil negro con vivos blancos de tono glacial roban nuestra mirada. El tablero, las manijas, el pomo y la casilla donde corre la palanca de velocidades exhiben un terminado en laca negra que evoca al célebre Bocanegra.
La cúpula también se corona con el brilloso plástico y la disposición de sus relojes califica deportiva, con la graduación en cero desde el punto inferior de cada esfera, usando sólo tres cuartos de cada una para encuadrar las grafías tanto del tacómetro como el velocímetro.
Desempeño encantador
Acomodarnos resulta fácil si vemos la simplicidad de sus palancas para ajustar el asiento. Todo manual, fácil para el acostumbrado a los productos del grupo Volkswagen. Una buena visibilidad y pronto dominio del timón, palanca y pedales nos acerca a la obligada experiencia dinámica que las siglas Cupra obligan.
Sus entrañas se componen del conocido cuatro cilindros de 1.4 l cuya energía de 180 HP es perfectamente dosificada por la transmisión de doble embrague y siete relaciones.
Es divertido en las carreteras de montaña, donde su menor masa, una marcha firme producto de una amortiguación casi dura y excelente dirección permiten la hilada de curvas una tras otra sin miedo. Porque la retroalimentación es casi perfecta, el coche apenas subvira -a menos que confiemos mucho- y la comunicación con todo lo que sucede debajo de las directrices es casi ininterrumpida. Eso sí, en frenadas fuertes antes de atacar el ápice deseado, el eje trasero denota su ligereza.
En ciudad, su agilidad innata facilita escurrirnos entre estrechas calles o reducciones de carril ocasión de obras u otros vehículos. A ello ayuda que la respuesta de la caja es proactiva, sobre todo en el modo Sport. Mantiene al 1.4 litros por arriba de las 3,000 rpm, donde hay más torque para su utilización. Si lo dejamos en el modo normal, la tendencia es hacia el ahorro, siempre buscando la séptima.
Y el modo manual deja a nuestro criterio la elección de relación, aunque a las 7,000 vueltas efectúa el cambio de engranaje. Curiosamente, este Cupra sólo ofrece tres programas de caja, desconexión del control de tracción y nada más; no hay Launch Control.
En autopista, su motor queda un poco más justo. Observa una rapidez envidiable para acabarse el tacómetro pero sin esa contundencia de turbocargados de mayor cilindrada.
Conclusión
Este Ibiza es un juguete divertido y versátil para uso personal. No es tan práctico y el desempeño, pese el notable entendimiento motor-caja, sólo gusta pero no enamora.
NOS GUSTA
Sincronía motor-caja
Chasís aplomado
Dirección precisa
NOS GUSTARÍA
Frenos más potentes
Más par-motor
Más detalles sport
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: L4, 1.4 l, turbo y supercargador
Potencia máxima: 180 hp a 6,200 rpm
Par máximo: 250 Nm entre 2,000 y 4,500 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Manual robotizada, siete velocidades
Tracción: Delantera
DIMENSIONES
Largo x ancho x alto: 405 x 169 x 142 cm
Distancia entre ejes: 247 cm
Cajuela: 236 litros
Tanque de combustible: 45 litros
Peso vacío: 1,190 kg
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 17.17 s
Rebase 80 a 120 km/h: 6.49 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 36.4 m